Necesitamos una
MUJER, no importa su estatura
física, sino su grandeza de espíritu.
Sus ojos deben ser como dos lámparas que iluminen el hogar. No interesa su
color, sino la profundidad de su mirada.
Su cabellera brillante
y larga, debe cubrir un
cerebro sano en donde se alojen pensamientos llenos de sabiduría.
Su corazón debe ser cofre
que guarde y defienda
tesoros de valor no negociable.
Su nariz puede ser
pulida, pero lo esencial es el
olfato para captar y difundir el aroma de la paz y del amor.
No interesa la
fragancia de fino perfume, sino su
olor a virtud acrisolada en la reflexión
y la oración.
Puede llevar color
en sus labios, pero lo que interesa es
la sabiduría de sus palabras.
Sus oídos deben estar
prestos a la escucha atenta, y permanecer alejados de la maledicencia
Sus manos pueden
ser finas y frescas, portadoras de ternura y bondad. Deben sembrar
la semilla del bien y arrancar con suavidad las hierbas que dañan el jardín.
Su brazo derecho debe estar dispuesto para orientar
y dirigir, su mano izquierda formada para corregir con amor y respeto.
Su hombro suave y mullido para recibir el peso de quien
cansado busca apoyo cuando la carga de los problemas se hace difícil para
llevarla en soledad.
Si sus
piernas bellas y bien torneadas,
son más hermosas por la firmeza y seguridad de sus pisadas.
Necesitamos MUJERES con mayúscula, que aunque pertenezcan al sexo “débil” son más
fuertes que un ejército en plena
batalla.
Necesitamos mujeres que se enternezcan ante el dolor,
enjuguen con sus lágrimas, el rostro
quien camina sediento, y se llenen de coraje
y valor para defender la virtud.
Hoy doy gracias a Dios por haberme hecho del sexo
femenino y extiendo mi mano para felicitar a todas LAS MUJERES EN SU DÍA.
Sor Nubia Marín OP.
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